Ise-Jingu y Meoto-Iwa

el lugar más sagrado de Japón

Sábado, 5 de Octubre de 2013

Nos despertamos y bad news: llueve y el Fuji-san está completamente cubierto por la niebla, así que definitivamente nos quedamos sin ver el fantástico volcán... una pena, pero ¡ya tenemos excusa para volver!

Desayunamos, nos damos un baño en el onsen y cogemos la carretera dirección a Ise.

Túneles y montañas

El trayecto hasta Ise es de unos 400 kilómetros y la autopista es preciosa. Las vistas a las montañas, el mar, los puentes y los túneles que cruzas son increibles. Si además le sumas las impresionantes estaciones de servicio de las carreteras niponas es una conducción altamente recomendable. De hecho, para comer optamos por un katsudon con huevo en una de las areas de servicio en las que paramos y ¡estaba buenísimo!

Unas horas después y más tarde de lo esperado por culpa de un accidente de tráfico a la altura de Nagoya, finalmente llegamos a Ise. Ponemos gasolina en una pequeña gasolinera familiar donde nos atienden con una sonrisa y encantados de ver extranjeros por allí, y nos dirigimos hacia el Ise-jingu.

El Templo de Ise

Este Santuario es el templo Shintō más importante de Japón, considerado el lugar más sagrado de esta religión.

Pasamos en coche por delante del Santuario Exterior (外宮 - Gekū) y vemos que está lleno de gente muy arreglada y bien vestida, y como íbamos justos de tiempo decidimos ir directamente a ver el Santuario Interior (内宮 - Naikū). Éste se encuentra a unos 6 kilómetros de distancia del Gekū así que decidimos poner el GPS, llegar hasta allí en coche y aparcar por allí cerca. Evidentemente... el GPS nos la lió y acabamos en la entrada y parking de trabajadores del templo, donde nos hacen el batsu-batsu y nos dicen que por ahí no podemos pasar. Retrocedemos y acabamos en una calle peatonal llena de gente y tiendas... y ¡nosotros en coche! Menos mal que los japoneses son educados y aunque incrédulos de que circulásemos por allí, se apartaban y nos dejaban pasar. Al final conseguimos salir del meollo y encontramos un parking donde dejar el coche.

Entrábamos en el Naikū a última hora de la tarde así que había poca gente y la verdad es que estaba precioso.

El templo de Ise se reconstruye siguiendo los planos originales y utilizando los mismos materiales (una variedad de ciprés japonés) cada 20 años. Según el sintoísmo la naturaleza muere y nace sin pausa, la naturaleza es impermanente, esta tradición ayuda a mantener la frescura y la pureza del lugar. El objetivo de la reconstrucción cíclica del templo es conseguir algo viejo, original y nuevo para siempre. Nuestra visita al templo de Ise coincide con la reconstrucción del mismo según los planos originales, siguiendo la tradición que se inició hace 2025 años cuando el 11º Emperador de Japón confió a su hija Yamatohime la misión de encontrar un lugar permanente para la adoración de Amaterasu, la Diosa del Sol. Cuenta la leyenda que Yamatohime anduvo 20 años viajando por Japón sin encontrar un emplazamiento adecuado hasta que escuchó la voz de Amaterasu mientras se paseaba por la ribera de un río que se abría paso por los bosques de Ise, y fue entonces cuando decidió que se construyerá allí el templo en su honor.

Las rocas casadas Meoto-Iwa

Al salir del Templo recorremos (esta vez a pie) la calle peatonal y paseamos por las callejuelas hasta llegar al parking. Esta noche tenemos hotel en Kyoto pero antes de dirigirnos hasta allí decidimos hacer una parada previa en Futami, al lado de Ise, donde se encuentran las rocas casadas Meoto Iwa (夫婦岩).

En la creencia Shinto, estas rocas representan la unión del creador de kami, Izanagi e Izanami. Las rocas por lo tanto, celebran la unión en matrimonio del hombre y la mujer.

Paseamos por el templo de Okitama, dedicado a la diosa de la comida Miketsu, y nos sorprende ver que está lleno de estatuas de ranas de diferentes tamaños. Finalmente, llegamos a las rocas casadas y nos quedamos contemplando el paisaje frente al mar un buen rato, ¡es precioso! ^^ 

Noche en Kyoto

Después de la breve visita a las Meoto-Iwa ponemos por fin rumbo a Kyoto. Llegamos y hacemos check-in en el ryokan donde nos alojaríamos durante 2 noches y nos vamos paseando hacia el barrio de Gion en busca de sitio para cenar.

Kyoto es una ciudad muy animada por las noches y al haber estado ya años atrás teníamos claro donde queríamos ir y fuimos directos hacia el callejón Ponto-chō (先斗町) donde encontramos un izakaya monísimo para cenar. El local es todo de madera y con dibujos colgados en las paredes, y allí disfrutamos de una cerveza Sapporo bien fresquita con varias tapas japonesas.

Al acabar de cenar dimos un paseo por Shijo-dori y acabamos en un edificio Namco de 6 plantas viendo como los japoneses juegan a las infinitas máquinas recreativas que allí tienen.

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